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Dificultades reales al tener un trabajo secundario y cómo superarlas

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Dificultades reales al tener un trabajo secundario (y cómo superarlas) 🌫️

Los trabajos secundarios siempre se presentan con una imagen brillante: “Gané esto en un mes”, “Ya voy a renunciar”, “Automatizando gano 100 al mes”.

Pero cuando empiezas, descubres que las preocupaciones y la incertidumbre detrás son mucho más grandes.

Yo también me encontré con varios problemas reales y, al superarlos uno a uno, fui encontrando mi camino.

En este artículo comparto las dificultades que realmente enfrenté al tener un trabajo secundario y cómo las afronté.


1. Estar demasiado cansado después del trabajo

Querer hacerlo pero que el cuerpo no responda. La mente dice “hay que trabajar”, pero al sentarte en el sofá ya se cierran los ojos.

💡 Solución:

  • Reducir la meta a “solo 30 minutos”. Luego, ampliar según la agenda y la energía.
  • Considerar éxito incluso si solo escribía un título en Notion o una línea en el blog.
  • Lo importante era no romper la cadena.

2. La reacción de familiares o amigos

Esto no me pasó a mí directamente, sino a amigos cercanos.

En mi caso, aunque mi familia es complicada y a mis veintitantos soy el sostén del hogar,
tuve la suerte de que siempre me dijeran “eres trabajador, te irá bien, te apoyamos”.

Esas palabras reconfortan mucho, porque lo habitual no es un ataque directo, sino una mirada neutral: “¿no sería mejor descansar?”. Muchos de mis amigos que me siguieron y empezaron también un trabajo secundario lo sintieron así.

💡 Solución:

  • No dar explicaciones.
  • Mostrar resultados es lo más claro.
  • Buscar comunidad online o en blogs para encontrar gente que entienda tu situación.
    Si tienes conocidos en el mismo camino, compártelo con ellos: trabajar solo puede ser muy solitario.

3. El momento de “¿por qué estoy haciendo esto?”

La mayoría abandona aquí.
Semanas sin ingresos ni reacciones, sintiendo que solo yo estoy ocupado.
Empieza la autocrítica: “¿no habría sido mejor descansar?”.

💡 Solución:

  • Revisar mis registros de rutina.
  • Felicitarme por las “huellas” y no solo por los “resultados”.
  • Adoptar la mentalidad de que “el proceso también es un activo” me dio fuerzas para seguir.

4. Falta de concentración constante

Te sientas a trabajar y, a los 5 minutos, ya estás viendo YouTube.
Incluso dejando el móvil lejos, la mente divaga y terminas sin hacer nada útil.

💡 Solución:

  • Definir bloques de tiempo antes que listas de tareas.
  • Por ejemplo: de 22:00 a 23:00 solo abrir herramientas del trabajo secundario (como GPT).
  • Al principio era forzado, pero con el tiempo la concentración volvió.

5. Miedo a que nadie vea lo que hago

Entradas de blog, videos, plantillas…
Si no hay reacción, surge la vergüenza: “¿No sería mejor dejarlo en privado?”.

💡 Solución:

  • Verlo como un “cuaderno de práctica” al inicio.
  • Cambiar la idea de “presentar” por la de “registrar”.
  • La mayoría de la gente no lo verá, y eso reduce la presión.

6. La mirada de la empresa

Cuando empiezas a generar ingresos, surge la duda: “¿Y si la empresa se entera?”.

La realidad: mientras no superes los 20 millones de KRW anuales de ingresos externos, no se notifica.
Superando esa cifra, el aumento en la cuota del seguro de salud lo comunica a la empresa. Ese límite está reservado al top 5% de ingresos, así que la mayoría puede estar tranquila.


🧘 Conclusión: un día perfecto no existe

Con un trabajo secundario, habrá más días flojos que días perfectos y emociones ambiguas aparecerán a menudo.

Pero al superar esos días, te vuelves más fuerte.

Los pequeños éxitos y fracasos se convierten en activos.
Al acumularlos, se transforman en un “resultado” que puedes mostrar.

Como ya he dicho en otros artículos, la constancia es clave. No te rindas y sigue intentándolo: algún día, las buenas noticias llegarán.


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